El terror a las
posibles consecuencias sociales del desempleo, e recuerdo de la crisis de la
primera posguerra influyó en las mejoras laborales adoptadas en la época. Entre
1946 y 1949 se extendieron las medidas sociales lanzadas antes de 1945. Los
salarios subieron, a ello se le agregaron las vacaciones pagas, las licencias
por enfermedad, se congelaron los alquileres, se establecieron salarios mínimos
y precios máximos. Se hicieron planes de vivienda, se construyeron escuelas y
colegios, se organizó el sistema jubilatorio. Esto tenía raíces políticas más
importantes que económicas. Así se habla de una relación entre lo conseguido y
lo concedido, que es reveladora de la compleja relación establecida entre los
trabajadores y el Estado en esa época.
La Ley
de Asociaciones Profesionales aseguró la existencia de grandes y poderosas
organizaciones –un sindicato por tama de industria y una confederación única-,
con fuerza para negociar de igual a igual con los representantes patronales. La CGT fue la responsable de
transmitir las directivas del Estado a los sindicatos.
En
1947 Perón eliminó de la dirección de la
CGT a Luis Gay, veterano gremialista e inspirador del Partido
Laborista, y uno de los propulsores del proyecto autónomo, y lo reemplazó por
un dirigente de menor cuantía, indicando así la voluntad de subordinar al
Estado la cúpula del movimiento obrero.
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