Movimiento
y nación eran considerados una misma cosa ya que en cada nivel de la
organización vertical llevada a cabo por el Partido, se integraba la autoridad
pública ejecutiva respectiva, ya sea intendente, gobernador o presidente.
Lo
que inicialmente fue la doctrina peronista se convirtió en la Doctrina Nacional ,
consagrada en esos términos por la Constitución de 1949, que articulaba tanto al
Estado como a la comunidad organizada. Estado y movimiento, movimiento y
comunidad confluían en el líder, quien formulaba la doctrina y la ejecutaba, de
manera elástica y pragmática con su arte de conductor aunque personal e
intransferible podían ser enseñados a quienes asumieran los comandos
subordinados.
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