Desde 1947, Eva Perón
se dedicó desde la
Secretaría de Trabajo a cumplir las funciones de mediación
entre los dirigentes sindicales y el gobierno, facilitando la negociación de
los conflictos con un estilo muy personal que combinaba la persuasión y la
imposición.
El Estado peronista
procuró extender sus apoyos a la amplia franja de sectores no sindicalizados,
con quienes estableció una comunicación a través de Eva Perón y de su
fundación. Ésta era financiada con fondos públicos y aportes privados más o
menos voluntarios. Entre sus funciones se encontraba la creación de escuelas,
hogares para ancianos o huérfanos y policlínicos; repartición de alimentos y regalos navideños;
estimulación del turismo y el deporte, a través de campeonatos infantiles o
juveniles de dimensión nacional y por sobre todas la cosas se practicó la
acción directa, las unidades básicas detectaban los casos particulares de
desprotección y transmitían los pedidos a la Fundación , donde eran
recibidos por la misma Eva Perón. De esta forma, resultaba la encarnación del
Estado benefactor y providente; sus beneficiaros carecían de la protección de
los sindicatos.
En cuanto a los medios
de difusión, estos machacaron sobre esta imagen, entre benefactora y
reparadora, replicada luego por la escuela, donde los niños se introducían a la
lectura con “Evita me ama”. La experiencia de la acción directa, sumada al
reiterado discurso del Estado, terminaron constituyendo una nueva identidad
social, los “humildes”, que completó el arco popular de apoyo al gobierno.
Imagen extraída de Google Imágenes
Imagen extraída de http://suite101.net/article/evita-me-ama-a10650
Esta imagen pertenece al libro "Evita me ama" el cuál se encontraba dentro del programa de lectura de aquellos niños que recién comenzaban a leer.
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