Se acordó la
compra por parte de los ferrocarriles británicos por parte de la Argentina para compensar
el valor de las libras bloqueadas. Estas empresas ferroviarias tenían una
pésima condición.
La Segunda
Guerra Mundial, la crisis de los mercados y el aislamiento, agravado por el
boicot norteamericano, provocaron la acentuación del proceso de
industrialización sustitutiva, que se extendió al sector metalúrgico y otros.
La empresa Siam Di Tella, creció con la fabricación de heladeras, ventiladores,
planchas y lavarropas. Así creció una capa de establecimientos medianos y
pequeños, y aumentó la mano de obra industrial.
Los grupos
militares proponían profundizar la sustitución, extenderla a la producción de
insumos básicos, como el acero o el petróleo, mediante una decidida
intervención del Estado. La imagen de la Unión Soviética está presente
en esta propuesta. La inspiración autárquica de los militares se dibuja en el
Primer Plan Quinquenal.
La política
del Estado apuntó a la defensa del sector industrial instalado, y a su
expansión. Este sector recibió amplios créditos del Banco Industrial y
protección aduanera para eliminar competidores externos. Las políticas de
redistribución de ingresos hacia los sectores trabajadores contribuían a la
expansión sostenida del consumo. En suma, Perón había optado por el mercado
interno y por la defensa del pleno empleo. Se trataba de una verdadera “cadena de
la felicidad”, que pudo financiarse por la existencia de una gran reserva de
divisas.
La política
peronista se caracterizó por un impulso a la participación del Estado en la
dirección y regulación de la economía; nacionalizó las inversiones extranjeras,
particularmente las empresas controladas por capital británico. A los
ferrocarriles se sumaron los teléfonos, la empresa de gas y algunas compañías
de electricidad del interior. Nacionalizó el Banco Central.
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