Para
Perón, un hecho muy importante fue dar forma al heterogéneo conjunto de fuerzas
que lo apoyaba, proveniente de diversos sectores, con diversas tradiciones y en
muchos casos nutridos de cuadros y militantes sin experiencia ni formación
política. Debía crear un disciplinamiento y una organización acorde con los
principios peronistas y evitar conflictos internos. Para lograr su objetivo
hizo uso de la autoridad del Estado para disciplinar las fuerzas propias, y
utilizó su liderazgo personal e intransferible, que se constituyó naturalmente
pero que luego fue alimentado por los medios de difusión. En el Congreso, el
presidente exigió de cada diputado o senador una renuncia en blanco, como
garantía de su disciplina.
El
partido peronista, creado en 1947, adoptó una organización vertical, donde cada
escalón se subordinaba a la decisión del nivel superior, hasta culminar en el
líder, presidente del país y del partido, con derecho a modificar cualquier
decisión partidaria. A esto se le llamó una versión local del Führerprinzip
alemán, aunque su aplicación en la
Argentina haya sido menos dramática. El Partido se limitó a
organizar las candidaturas y Perón, a arbitrar en los casos difíciles o a
mencionar simplemente quiénes debían ser electos. La organización se modificó
varias veces y los organigramas acentuaron la verticalidad.
El
Partido fue incluido dentro del movimiento, junto con el Partido Peronista
Femenino y la CGT ,
a las órdenes del jefe supremo, a quien se subordinaban el Comando Estratégico
y los Comandos Tácticos.
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